POSICIONAMIENTO DEL PARTIDO REVOLUCIONARIO INSTITUCIONAL ANTE EL CAMBIO DE PODERES EN EL ESTADO DE PUEBLA.


Dip. Rocío García Olmedo

En el marco de la transmisión y cambio del Poder Ejecutivo local, el grupo
legislativo del PRI decidió acudir a esta sesión solemne convocada con motivo
del inicio de la instalación del nuevo Poder Ejecutivo del Estado, por razones
estrictamente de carácter institucional.
Sabemos que nos debemos a este Congreso; que fuimos electos por la
ciudadanía a través de nuestros partidos para participar de la vida legislativa
desde este recinto. Independientemente de si las formas son las adecuadas o
no, es nuestra responsabilidad desde este recinto y desde esta trinchera,
venir y debatir, discutir y proponer, dialogar y razonar. 

Compartimos como seguramente ustedes también, el deseo de que nuestro
Estado de Puebla se convierta en un mejor lugar para nuestros hijos, y los
hijos de nuestros hijos e hijas. Un lugar seguro, de mayores oportunidades
para nuestra juventud, de respeto para todos los ancianos y niños, incluidos,
por supuesto los animales y el medio ambiente.
Y no seremos obstáculo del cambio que ha propuesto el nuevo gobierno
federal para el bienestar de los mexicanos. Como tampoco lo seremos del
nuevo gobierno estatal que hoy inicia su responsabilidad. Nuestra posición
será en el período que tenemos encomendado, de impulsar todas las
acciones que sean en beneficio de Puebla y de los poblanos.

Coincidimos con ustedes en que la Gobernadora Constitucional del estado
debió haber estado en este recinto, desde luego lamento que los
compañeros/as del Frente hayan decidido no acudir a esta sesión; pero
tampoco puedo dejar de mencionar también, que ha sido muy lamentable la
actitud que desde el arranque de esta Legislatura se ha adoptado por quienes
se han creído dueños de este Poder.
Por eso seguiré lamentando -la historia de Puebla para vergüenza de esta
Legislatura ya lo ha registrado- que todas esas actitudes, sumadas a las de las
últimas semanas hayan abonado en la consideración -de ninguna manera
errónea- de no venir a rendir la protesta de ley ante esta soberanía, y hacer
valer lo que le permite el artículo 75 de nuestra Constitución.
Pero al final, ya no importa quien rompió los lazos sino quien los vuelva a
atar. 
No importa quien polarizó primero, sino que ya no existan condiciones para
que vuelva a suceder. 

Sí, la elección del 1 de julio a la gubernatura fue muy difícil, causó mucho
daño, creó un escenario de incertidumbre. Hubo que agotarse todas las
instancias legales. Hoy, Martha Erika Alonso Hidalgo es la gobernadora
constitucional, la primera mujer que ocupa esta posición en el estado de
Puebla, me hubiera encantado que fuese en un contexto diferente, quienes
hemos luchado por el reconocimiento a la participación política de las
mujeres, soñábamos con este momento, pero así no, sin embargo, es la
gobernadora y a ella le corresponderá cambiar esta percepción. A
nosotros/as nos corresponde cerrar filas para que a Puebla le vaya bien.

Exhortamos por lo mismo, a todas las fuerzas políticas presentes a unirse
hacia ese rumbo, por nuestro Estado y por su sociedad, porque hoy ha
iniciado una nueva etapa de construcción en nuestro Estado.
Y por eso también es fundamental exhortar a nuestros gobernantes a poner
los intereses de nuestra sociedad en el centro, dejando fuera intereses
personales o de grupo y a escuchar a todos los poblanos a fin de ser
verdaderamente incluyentes. Por nuestra parte, en el marco del nuevo
gobierno, como grupo legislativo del PRI, asumiremos nuestras
responsabilidades. Cuando se cometan acciones alejadas de los intereses más
sentidos de la mayoría de la población ejerceremos sin dudar nuestro
derecho a la crítica. Nuestra determinación es defender la legalidad, la
Constitución Política y combatir con firmeza todo intento de actuación contra
la ley o fuera de ella.
Reafirmamos el llamado que hicimos hace algunos días, a la reconciliación de
las distintas fracciones políticas; reconciliación basada en el reconocimiento
de la pluralidad política, la participación incluyente y el respeto a la legalidad.
Es hora de hacer a un lado los enconos y las querellas políticas.
Llamamos a recuperar un clima político apacible; para que la política discurra
por cauces de racionalidad; para que la acción de gobierno se dirija a
satisfacer el interés general; para que gobernantes y legisladores, todos ellos,
recobren el crédito perdido y los ciudadanos su confianza en ellos, es
menester rescatar el valor fundamental de la concordia política. La concordia
política es un valor esencial del Estado y de la democracia. En la concepción
aristotélica, precisa de una actitud dispuesta y de un sentimiento compartido

para generar relaciones armónicas de vecindad, compañerismo y
colaboración. La concordia sugiere acuerdo, inclusión, estrategia y/o
pacificación. Y digo sugiere, porque no necesariamente los entraña, sino que
los propicia o, en su caso, los elige como vías para un objetivo mayor. En
última instancia, la concordia aspira a la unidad a través de la buena
convivencia.
Nos pronunciamos por un respeto irrestricto al equilibrio y separación de
poderes. Dignificar la división de poderes y buscar puntos de encuentro a
pesar de las sanas y legítimas diferencias es nuestro objetivo.
Sabemos bien, que en el parlamentarismo moderno a la fe, en las opiniones
vertidas en la cámara y protegidas por la libertad de expresión y la inmunidad
parlamentaria, se une un segundo reclamo: la separación de poderes y
equilibrio entre las distintas instancias de Gobierno.
No es necesario extenderse demasiado sobre el significado general del
concepto de equilibrio pero sí es necesario tenerlo ahora presente. De entre
las ideas típicas que al respecto se repiten incesantemente en la historia de
las concepciones políticas y el derecho político; destacan la del Estado como
maquinaria, el estado como organismo y quizá el concepto más importante
en los tiempos modernos, la del Ejecutivo como “como alma y capitán” de la
nave. En la teoría del estado abundan los nombres que han defendido una u
otra postura: John Locke, Montesquieu, Rousseau, por señalar algunos. En
general estas visiones nos hicieron ver por siglos que el parlamento no era
otra cosa q una contraposición a las otras funciones del estado depositadas
en el Poder ejecutivo y el poder judicial. No obstante, visiones modernas nos

marcan que el parlamento no debe ser solo un miembro del equilibrio, sino,
precisamente por ser el poder legislativo, tiene que estar equilibrado en sí
mismo. Es él en donde se instaura un sistema de negociaciones, es decir un
equilibrio de puntos de vista y opiniones. La existencia de una oposición
pertenece a la esencia misma del Congreso. Hemos leído muchas veces
cómo, para justificar la teoría de la separación de poderes, se recurría a una
frase muy conocida de John Locke:

“sería peligroso que la institución que promulga las leyes las
ejecutara ella misma; supondría una tentación demasiado grande para
la avidez de poder de los seres humanos; por ello, ni el príncipe como
cabeza del poder ejecutivo, ni el parlamento, como órgano que
promulga las leyes, deben reunir en sí todo el poder estatal”
Así pues, desde una óptica moderna, la institución del parlamento debe ser
entendida como un órgano estatal esencialmente legislativo. Solo este
concepto da sentido a la idea de que la existencia de una Constitución, es
equivalente a la separación de poderes. Bajo esta consideración la dictadura
como señala Carl Smith no es lo contrario de la democracia, sino que aquella
consiste principalmente: “en la supresión de la separación de poderes, es
decir, en la supresión de la Constitución, es decir en la supresión de la
distinción entre poder legislativo y ejecutivo.”
No debemos pues extrañarnos que hoy en nuestro Estado el poder no este
concentrado en un solo órgano de gobierno o en una sola persona; la división
de poderes que sustenta nuestra carta Magna así lo prescribe. El tránsito del
súbdito al ciudadano en nuestro Estado retrasó por muchos años la

existencia de una real división de poderes. La pregunta es si hoy la
representación política en el Congreso y en el gobierno del estado, tendrán la
madurez suficiente para afrontar las nuevas reglas que demanda el quehacer
político basado en el consenso y la cooperación, o si bien, nuestra inmadurez
política nos mantendrá en la parálisis y el bloqueo mutuo.
Consideramos que los gobiernos divididos deben ser vistos con normalidad y
no con síntomas de alarma. La presencia de intereses divergentes en el
Legislativo y el ejecutivo, es una tarea que puede ser superada y afrontada de
manera exitosa, a condición, claro, de establecer garantías institucionales y
de responsabilidad política en la definición del quehacer político y la agenda
legislativa.
No tenemos duda del papel que el Legislativo habrá de tener en los nuevos
tiempos, ya que a diferencia del pasado, hoy estamos llamados a jugar un
papel más activo y una función de real contrapeso ante el ejecutivo. Pero no
nos alarmemos, no existe evidencia empírica de que bajo gobiernos divididos
el desempeño legislativo se paralice. El reto nuestro, en todo caso, será
recibir la iniciativas del titular del Ejecutivo y con base en el análisis, y la
discusión aprobarlas o no, o en su caso modificarlas. Esto exigirá de nosotros,
liderazgo y claro está, de toda la habilidad y destreza política que nos
permitan ser fieles al reclamo ciudadano
SEÑORES DIPUTADOS, SEÑORAS DIPUTADAS.
Por ningún motivo podemos olvidar que la esencia del parlamentarismo es la
deliberación pública del argumento y contraargumento, el debate público y
la discusión pública. 

La discusión significa un intercambio de opiniones; está determinada por el
objetivo de convencer al adversario, con argumentaciones racionales, de lo
verdadero y lo correcto, o bien dejarse convencer por lo verdadero y lo
correcto. Lo característico de nuestro trabajo parlamentario es que las leyes
se generan a partir de la lucha de opiniones y no de intereses. Las
convicciones comunes forman parte de la discusión como premisas de las
mismas, la disposición a dejarse convencer, la independencia respecto a los
partidos, la imparcialidad frente a los intereses egoístas. Recurrir al insulto no
dice nada a favor de un político profesional. Mucho menos hacerlo en el
Congreso. Lo hemos dicho y lo volvemos a señalar: en la democracia no hay
nada que dé más fuerza a los argumentos de uno que la convicción en unas
ideas bien expresadas y defendidas. Recurrir al insulto queda para los
intolerantes y dictadores. Las palabras mal empleadas dijo alguien si son mal
empleadas, son serpientes que se arrastran por los suelos, pero bien
utilizadas, enaltecen el lenguaje convirtiéndose en águilas que se yerguen
altivas en los cielos.
A primera hora de este día, inició el período de gobierno 2018-2024
gobernará por primera vez una mujer, Martha Erika Alonso Hidalgo, es
nuestro deber y nuestra obligación estar a la altura de lo que Puebla hoy nos
demanda, pongamos nuestro empeño, talento y capacidad para lograrlo.
MUCHAS GRACIAS

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